Soy criatura de la Tierra

Conectar con nuestro cuerpo, con nuestro centro, con nuestra verdadera esencia es vital para tener una vida en balance. Así como lo es conectar con la naturaleza, con la Tierra y sus energías. No me canso de repetirlo. Nuestra atención se enfoca tanto en los estímulos que vienen de afuera, somos en cierta forma adictos a estar recibiendo información, fotos, videos, etc. Se nos olvida que dentro nuestro existe una fuente inagotable de sabiduría, si tan solo aprendiéramos a escucharla.
Esa quietud y esa paz interna son parte inherente a nuestro ser, indiferentemente de qué situaciones estemos atravesando en la vida. Me preocupa un poco y a la vez me río de la promesa del metaverso. Una excusa más para distraernos y alejarnos de nosotros mismos. Otra falsa promesa de liberación. Si estamos teniendo una experiencia humana, en esta Tierra, es por algo. Nuestro cuerpo es un templo maravilloso que guarda la chispa divina, permitamos que la mente viva en el, permitámonos disfrutar de la quietud y la armonía que residen ahí dentro. Si no hacemos esto nunca vamos a conocer nuestra verdadera esencia poderosa y de gozo inacabable.
Por eso me parece tan necesario acudir a los remedios gratuitos de la Madre Tierra. Ese encuentro con la naturaleza pura, donde no se logra divisar nada de la civilización, donde todo es creación divina, donde se nos devela el alma y se nos pone cara a cara con la versión más cruda de nosotros mismos. El tiempo corre lento y a nuestro favor. Nos es posible ser. Simplemente ser.
Llegar donde sólo a pie se puede ir, es fuente de inspiración y medicina para todo nuestro ser. Los senderos efímeros y las tierras poco exploradas, nos recargan de paz y serenidad. Por eso los bosques densos y las montañas altas me atraen tanto. Los límites los pone la mente, el cuerpo está hecho para estos encuentros con la grandeza de Gaia.
Permitirnos escapar de la cotidianidad forzada esclarece el rumbo de nuestros pasos. Nos brinda una nueva perspectiva y crea una nueva realidad donde es más fácil conocernos, saber quién somos. Esto permite que nuestras raíces crezcan fuertes y nos sostengan cuando vengan las tormentas. Aunque la superficie sea inestable es posible encontrar balance.
Dejemos que nuestras raíces crezcan profundas para expandir nuestras ramas y crecer hacia el cielo. De nada sirve querer alcanzar las estrellas si todavía no hemos conectado con la Tierra. Construyamos la base de nuestro templo bien maciza, así el alma puede evolucionar en un ambiente armonioso y estable.
Este año quiero que te permitas bailar mucho, que tus caderas conozcan el vaivén del agua y te muevas y fluyas con la armonía de los ríos en verano. Deseo que tus pies descalzos toquen la Tierra y les permitas recorrerla en total libertad. Que vayas muy lejos, a lo alto y a lo profundo, a donde nunca antes habías llegado. Deja que tu cuerpo explore el medio para el que fue diseñado. Que tus pulmones se vuelvan súper poderosos y tus piernas no se cansen andar. Que tus brazos sean la extensión de tu corazón y sepan compartir todo el amor que llevas dentro. Que la Tierrita se encargue de recargarte día a día y tu alma se sienta merecedora de recibir esa energía de manera abundante. Que aprendas a confiar en la sabiduría de tu cuerpo y en su poder de auto-sanción.
Somos criaturas de la Tierra. Que no se te olvide.