Somos las hijas de una civilización que en su momento vivía en una Tierra plana, geocentrista y rodeada de monstruos que se comían aquellos que navegaran más allá de los límites, donde se tachaba de hereje a quien se atreviera a pensar fuera de este paradigma. ¿Cuántas de nuestras ancestras fueron quemadas en la hoguera por saber curar, por entender la naturaleza, por querer ser libres?
Y si bien hemos avanzado desde entonces, aún queda mucho camino por recorrer, muchas heridas por sanar. La vida de la mujer es sagrada y debe respetarse. Nuestro mundo ha sido tejido por energía masculina, una energía si bien maravillosa, opuesta a la nuestra. Es hora de aprender a tejer en armonía con ambas energías. En la naturaleza todo es una perfecta danza entre los opuestos, el día y la noche, el Sol y la Luna, lo espiritual y lo material.
En este avanzar hacia adelante, es importante para nosotras las mujeres aprender a hacerlo desde nuestra Energía Femenina. Ya desde hace mucho venimos remando contra la corriente, esto es agotador y contraproducente. ¡Es hora de empezar a fluir!
Este es uno de mis proyectos de vida, interiorizar cada vez más este aprendizaje y compartirlo con otras. La vida se vuelve un constante celebrar al conectar con nuestra verdadera esencia.
Las invito (y los invito también) a compartir conmigo este caminar. Las respuestas están en la naturaleza y dentro de cada uno de nosotros. Juntas, juntos, somos más fuertes.
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